El costo de lo "incorrecto": El protocolo cuenta

Por Lorena Martínez

 

Evitar el acato a las formas puede restar liderazgo y credibilidad 

 

Lo correcto e incorrecto puede ser subjetivo en algunos momentos y ámbitos, más, resulta de suma importancia en nuestro desempeño profesional, es decir: comportarnos y comunicarnos con el lenguaje adecuado al área en la que nos desenvolvemos, depende en gran medida de nuestro éxito. 

Hay situaciones en las que se accede a la oportunidad de la empatía, pero de manera definitiva y de un día para otro, por ejemplo, un político no adoptará la jerga de un cantante de reggaetón y del mismo modo, un físico-matemático no impartirá una ponencia en la que omita cifras y en su lugar, se limite a contar chistes. 

El protocolo, según la Real Academia de la Lengua, es el conjunto de reglas establecidas por norma o costumbre para ceremonias y actos oficiales o solemnes; más allá, es mostrar una imagen impecable con recursos verbales y no verbales, así como con la indumentaria. Aplica en las diferentes actividades y ha sido observado a través del tiempo. Hace unos 2 mil 500 años en China, Confucio se trasladó a la capital del país para aprender el quehacer del ceremonial, la etiqueta y reglas y códigos asociados a la rectitud; hoy es un recurso cotidiano tanto en la urbanidad como en informática y telecomunicaciones. 

No emplear el protocolo adecuado resta liderazgo y credibilidad a representantes empresariales, políticos, universitarios o sociales -por citar algunas áreas -, tanto en actos públicos como en privado (una cena o reunión); para obtener los mejores resultados en nuestro medio, debemos cuidar y alinear cada mensaje de manera que sea claro, idóneo, estructurado y conformado por conceptos que sean familiares para los receptores. 

Cuidemos los detalles y recordemos que debajo de cada reflector, resaltan debilidades y fortalezas. Apostemos, siempre, por estas últimas.