Un turismo que no necesita estrategia
Para tener turistas de calidad debemos de comportarnos como una ciudad de calidad, y queridos amigos, creo que estamos muy lejos de eso
En mi época de adolescente cuando estudiaba, gozaba los fines de Semana Santa en el malecón. No había días más emocionantes en el año que la Semana Santa y la de Pascua porque mis amigos y yo sabíamos que se podría encontrar lo que un joven a esa edad necesita, gente nueva por conocer , música, playa , bares y la posibilidad de verse envuelto en aventuras. Mucho por los pocos pesos que podría tener un estudiante de bachillerato de clase media. Esos días ya están muy lejanos y ahora busco incansablemente alejarme del ruido y las aglomeraciones. Cambié mi forma de afrontar la vida y de divertirme, pero la oferta del puerto siguió siendo igual. Inclusive en los bares y antros se siguen tocando las mismas melodías. Lo único que se transformó fue la escenografía, se maximizó para acaparar a ese mercado que ahora a la distancia lo veo con poco que aportarle al desarrollo de la ciudad y a un crecimiento en la calidad de la industria de servicios.
Muchas posturas encontradas hablan del tipo de turismo que podría ser el ideal para el destino. Coincido en que el turismo mochilero no beneficia y también creo que es al que se le ha invertido en mayor medida. Con cada uno de los planes que se ven año con año se deja en evidencia que a este mercado es al que se aspira. El tipo de publicidad, los mensajes, las producciones de Tv o de cine a las que se les facilita las grabaciones, invitados de la farándula que se llaman a recibir premios para ser embajadores de Vallarta, todos son parte de esta forma de vivir el turismo en el puerto. La realidad es que este tipo de mercado no necesita una estrategia, sólo llenar espacios y ejecutar el plan según marca el calendario. Entonces las cosas se vuelven sencillas ya que la carencia de infraestructura en la ciudad no le puede importar a un turista de mochila y lonche que lo que busca es pasar sus vacaciones en la playa la mitad del tiempo descansando y la otra mitad en euforia. La nula oferta de un menú cultural y de actividades recreativas de alto nivel es algo que no se buscará ya que se traen escasos billetes en la cartera. Y el problema no es del turista, ellos creo que están en la total libertad de buscar la felicidad a su manera y bajo sus condiciones.
Lo que llama mi atención es la incongruencia con la que nos manejamos en estos días como comunidad. Nos sorprendemos al ver un malecón lleno de basura y pretendemos aleccionar al turista cuando hemos pasado por una etapa de suciedad en las calles por los problemas que se tenía con la concesión de la basura y el relleno sanitario. ¿Qué clase de lección se puede dar al turista cuando a su llegada se pide que el alcoholímetro sea flexible?. ¿Qué clase de lección se puede dar cuando en nuestros espacios públicos se han muerto vacacionistas y en lugar de promover la justicia y la legalidad se ha intentado callar la noticia para no dañar la imagen del puerto?. Desde mi punto de vista el turismo que se tiene en estos días es el que hemos provocado. Ese al que precisamente las cosas esenciales como el respeto le importan absolutamente un comino.
Sé que hay un sector que le saca provecho a esta temporada. No por algo autoridades se entusiasman en hablar de inversión derramada por época vacacional y en porcentajes en cuartos de ocupación.
Mi comentario va en el sentido de que para tener turistas de calidad debemos de comportarnos como una ciudad de calidad, y queridos amigos, creo que estamos muy lejos de eso. Es verdad que hay esfuerzos de gente y grupos que año con año intentan desarrollar proyectos que le brinden al puerto un estatus más alto, pero la balanza está desequilibrada ya que quienes marcan la pauta de este destino no gozan precisamente de algo que se llama criterio. Los proyectos pareciera que están naciendo de la ciudadanía ávida de que las cosas sucedan y no de las instituciones.
Sin embargo, si como se menciona, hubo una excelente temporada como hace mucho tiempo no se veía, entonces el secreto no está en crear estrategias y emprender proyectos que aumenten la calidad de lo que pueda ofrecerse en la ciudad, ya que para este sector no se necesita un plan, sólo facilitar su estancia y aprender a recoger los deshechos con una cálida sonrisa diciendo Bienvenidos a Vallarta, la ciudad más amigable.